La vida animal, si tomamos como explicación la teoría de la evolución sobre el origen del hombre, no está tan separada de los hábitos y costumbres que el homo sapiens hubo de adoptar en el largo y accidentado proceso histórico-biológico que tuvo que transitar y en el cual la vida sedentaria y nómada marcaron diferentes etapas de la interrelación: naturaleza, hombre y medioambiente.
Al respecto, el historiador Yuval Noah Harari ha descrito esa historia como un relato horripilante de crímenes entre civilizaciones que se pierden en el tiempo y que son el resultado de la civilización que somos hoy en términos de evolución humana, adelantos científicos-tecnológicos, producción, control, innovación científica-tecnológica e inteligencia artificial al punto de que solo nos detiene cuestiones “éticas”, relatos-mitos y políticas de estados, para no exhibir, del todo, de lo que ya somos capaces de remplazar, no ya sobre el medioambiente y la ciencia, sino sobre nosotros mismos y nuestra “autodestrucción”.
Quizás por ese largo aprendizaje -de tres revoluciones: la “cognoscitiva”, “agrícola” y “científica”- aún nos maravillamos al ver el espectáculo de ciertas aves, como golondrinas y gaviotas, que, cada año, y en diferentes estaciones, inician un cronométrico vuelo migratorio para su sobrevivencia.
Y ese espectáculo, de esas aves -que migran-, tiene cierta similitud; aunque por razones distintas, con un fenómeno que se da en cierta especie de comunicadores-periodistas que, también, migran o hacen mutis cada vez que el poder cambia de inquilino y el bocinaje -de paga y mesada-, como la culebra, muda de piel y cambia de libreto o bando político sin ningún prurito ético o de vergüenza ajena….
Incluso, hasta hace poco en nuestro país se hablaba de una “dictadura de partido” que tenía, según esas bocinas, el control de todos los poderes públicos. Hoy sucede lo mismo: otra coalición de partidos ejerce esa “dictadura”, pues el PLD es minoría -no tiene el ejecutivo como tampoco el poder congresual ni municipal (ni siquiera el de las altas cortes)-, pero ninguna de esas bocinas -otrora oposicionistas- osa referirse a semejante “dictadura” ni mucho menos pedir que, para que haya “democracia”, el PRM deba cederle parte de su mayoría parlamentaria al PLD como se insinuaba antes. Al respecto, el silencio es sepulcral.
Sin embargo, no hay nada de “dictadura” en la actual realidad política -sobre el control de los poderes públicos- que detenta el PRM y sus aliados -incluida la agencia de empleo llamada “Fuerza del Pueblo”, pues así lo decidió la mayoría libérrima del pueblo dominicano en las urnas. Y eso se respeta.
Pero la diferencia entre una “dictadura” y otra -su impacto social-institucional-, solo se podrá evaluar-comparar en los resultados que logre esa mayoría, de ahora, en el ejercicio del poder….