1 – El título de este artículo debió de ser: “Los abusos de los consulados dominicanos en todo el mundo”; no obstante, elegí enfocarme en Nueva York, porque en este momento este consulado está siendo blanco de la indignación de los dominicanos residentes en esta urbe y los estados vecinos, que airadamente están protestando por los abusivos precios que se cobran en éste y en todos los consulados dominicanos alrededor del mundo, por los servicios que prestan a su pueblo y a otros ciudadanos de mundo.
2 – Estos abusos los han cometido todos los gobiernos, pese a que la terminación de ellos, ha sido objeto de pedidos persistentes, pero como siempre el abuso de los altos cobros continua, porque los gobiernos no atienden los reclamos de sus ciudadanos de a pie, como sí lo hacen con los sectores de poder. Los políticos en campaña prometen, pero cuando llegan al gobierno, ninguno cumple con las cosas prometidas, por justas y necesarias que estas sean, y aunque hayan sido prometidas solemnemente.
3 – Con lo que está sucediendo en el Consulado Dominicano en New York se pone en evidencia el viejo refrán que dice: “El dominicano pone candado después que le roban”. ¿Por qué este planteamiento? En artículos anteriores, desde antes que llegáramos al poder, me adelanté a plantearle a nuestro hoy Presidente de la República y al Partido en general, que había que terminar con los abusivos cobros que se estaban haciendo en los consulados dominicanos en todo mundo, y que había que ponerles un sueldo fijo a los cónsules; pues no era justo, que alguien viniera aquí a hacerse millonario en poco tiempo, a costa de cobrar servicios, que bien analizados, adquirían la categoría de robo armado. En nuestros consulados, se cobra por un pasaporte, o por un documento cualquiera, el salario semanal de un obrero, cuando por esos documentos, bien puede cobrarse 20, 30 ,40, o 50 dólares.
5 – En interés de sanear el Consulado Dominicano en New York (y por el efecto dominó, los demás) he propuesto, que el salario mensual de cónsul aquí debe estar entre 10 y 15 mil dólares, no más, (y van en coche), dada la situación de crisis económica que vive nuestro país y el mundo, donde quien tiene un emolumento así, debe considerarse, más que afortunado. En mis propuestas anteriores, también ha estado incluida la rebaja de todos los demás servicios hasta en un 50%.
6 – Aquellas propuestas no fueron oídas, pero ahora, ante las protestas anunciadas (una diáspora tirada a la calle), van a tener que ser tomadas en cuenta para su implementación inmediata. Lo mismo ha sucedido con el cobro de los 10 dólares que los dominicanos tenemos que pagar para pisar nuestra tierra, la que tanto beneficiamos con nuestros envíos de dinero, cajas de comida y ropas. Entiendo, que no debimos de llegar a este conflicto que tenemos hoy con el pueblo, puesto que resolverlo, era y sigue siendo muy simple, y además, justo.
Conclusión
A – A los cónsules hay que ponerle un sueldo fijo en correspondencia con la categoría del consulado que administren. No es posible que sigamos haciendo rico a unas cuantas personas en base a sacrificar y robarle a nuestro pueblo, pagando por unos servicios cada vez más caros para engrosar la fortuna de los pocos afortunados con esas posiciones.
B- Los diez dólares, que pagamos los dominicanos por entrar a nuestro país, de inmediato hay que eliminarlos, porque el concepto por ese estipendio, es una desconsideración de marca mayor, que bien analizada resulta humillante y obscena. Es como si nuestros padres nos cobraran (a nosotros sus hijos), para permitirnos que los visitemos, en la casa y hogar, en que ellos nos criaron.
C- Se hace imperativo, para que seamos el gobierno del “Cambio prometido”, que los reclamos de los ciudadanos de a pie, se le de la misma importancia que a los reclamos que hacen los potentados como Pepín Corripio, los Vicini, Manuel Estrella, Agripino Núñez Collado, los empresarios del Conep, los del Sector Industrial de Herrera, los de Santiago, los del Este, etc., para que los gobernantes no se vean en el aprieto que genera, entrar en conflictos con su pueblo, lo que lógicamente altera, las buenas relaciones que deben y tienen que haber, entre gobernantes y gobernados.
El que tenga oídos, que oiga…