Estafa política: se ganó con un grupo y se gobierna con otro

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En la historia social dominicana no hay precedentes de que un candidato favorecido con el voto popular haya excluido de su Gobierno a los dirigentes que trabajaron por su triunfo.

En la etapa del postrujillismo la llegada al poder del profesor Juan Bosch se conoce como la “aplanadora”. Desde la fecha lo que se estila es que cada jefe de Estado se haga acompañar de sus correligionarios, de gente de su confianza. Con los enemigos no se gobierna.

Usted podrá identificar múltiples defectos a Joaquín Balaguer; podrá hacer lo propio con Leonel Fernández y con Danilo Medina. Esos tres presidentes, sin embargo, mostraron tener concepto de la gratitud y bajo ningún pretexto reformistas, en un caso, y peledeístas, en otro caso, fueron excluidos de sus administraciones. En el caso del PLD, posiblemente, fue uno de los secretos para gobernar durante 20 años.

Del mismo modo, en los gobiernos de Antonio Guzmán, de Salvador Jorge Blanco y de Hipólito Mejía, se supo reciprocar el trabajo político de campaña y a los perredeístas se les compensó integrándolos al tren gubernamental. En diciembre de 1978 se habló de la “navidad blanca”, porque los miembros del PRD, después de muchos años, tuvieron recursos para festejar.

Con el Gobierno de Luis Abinader estamos en presencia de un caso excepcional. Las fuerzas vivas de la nación, progresistas y revolucionarias que hicieron posible su ascenso al poder están excluidas.

Alegó que no se trata de reparto de “un botín”, pero lo que se demanda es ofrecer servicios conforme a las capacidades de los dirigentes del PRM, de los partidos aliados, de los movimientos de apoyo, de Marcha Verde, de Somos Pueblo y de otras entidades cívicas que fueron determinantes en el triunfo del 5 de julio de 2020.

Parece que en la cabeza de Luis Abinader impera la idea que fue él quien ganó con su “liderazgo natural” y el botín, el verdadero botín, lo distribuyó entre sus panas: los relevos o descendientes de la oligarquía rancia de la República Dominicana, ninguno con historial de lucha a favor de la democracia dominicana. Todo lo contrario: son empresarios que pertenecen a familias enemigas del doctor Peña Gómez.

Abinader ha sido desconsiderado hasta con los ancianos de la Guerra Patria de 1965. Tampoco siente respeto por los que se las jugaron en los 12 años de terror de Joaquín Balaguer.

Y a los que duraron 16 años de oposición al PLD los percibe como “muertos de hambre y analfabetas” que no califican para puestos públicos, razón por la que los exhorta a estudiar para establecer si son tomados en cuenta en “su segundo período”. ¿habrá segundo período?

Este es un Gobierno de señoritos empresarios, de peledeístas, de leonelistas, de reformistas y de perredeístas. Los únicos que no caben son los que trabajaron en campaña por Luis Abinader.

Por lo menos reconforta que todavía quede gente con dignidad. A Ramón Alburquerque, el mejor técnico de la República Dominicana y peñagomista de siempre, se le prometió el Ministerio de Industria y Comercio y, finamente, se le designó en un cargo de décima categoría, lo que él rechazó tajantemente.

Ese ministerio se lo dieron a Ito Bisonó, cuyos méritos están en el Partido Reformista. Lo que pasa que detrás de Ito, que no es mala persona, está la familia León. No es lo que Ito pudo haber sumado, pues no fue capaz de llevarse a Quique ni a Rogelio, que suelen hacer sus negocios aparte.

Por la composición del presente Gobierno no fue sorpresa la designación de Sergia Elena de Seliman en la Junta Monetaria, tampoco que dejen en cargos diplomáticos a todos los peledeístas que fingieron pasar a la Fuerza del Pueblo.

Lo que ha dejado perplejo a muchos es que todos los parientes de los funcionarios del pasado Gobierno (esposas, cuñadas, amantes, hijos, hermanos, suegros y demás) se mantengan cobrando en dólares (incluyendo viáticos y gastos de representación) en la Cancillería.

VERTEDERO

La Cancillería es un verdadero vertedero, pues ahí cobran cientos de miles de pesos todas las bocinas de los 20 años de gobierno del PLD. Personas, inclusive, que participaron activamente en campaña sucia contra el candidato Luis Abinader, atribuyéndole vínculos con el narcotráfico. Todas esas bocinas son premiadas.

La idea es sumar, pero es un errado cálculo, pues hay sumas que restan y restan mucho. Además, ¿Cómo creer en la lealtad de basura política, de gente que son sicarios de la comunicación, que sirven a todos los gobiernos, aunque en el fondo está a favor de las peores causas? Es un autoengaño político.

La situación de los perremeístas y miembros de fuerzas aliadas es tan desfavorable que los pocos dirigentes que ostentan cargos relevantes no han tenido atención con sus compañeros, salvo excepciones. Las cancelaciones producidas son para abrir espacios a personas de su entorno personal, donde nunca se quedan las amigas o amantes.

El individualismo caracteriza a los dirigentes del PRM a todos los niveles, pero en la cúpula, salvo Guido Gómez Mazara y Ramón Alburquerque, entre otros, es que más se percibe la falta de solidaridad con sus compañeros en desgracia.

Y hay muchos dirigentes carentes de dignidad, que a esta fecha no se atreven a hablar porque todavía guardan la esperanza de ser favorecidos con decretos. Otros, verdaderos mediocres humanos, sirven como fuerza de choque a los que expresan con razón sus quejas.

Y en los grupos de Whatsapp no faltan calieses que reenvían a funcionarios mensajes de protesta de sus compañeros, una forma de hacerse graciosos.

Con el presente Gobierno estamos en presencia de lo que es ganar con un grupo y gobernar con otro. Una verdadera estafa.

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