El Senado de Chile será el que tenga la última palabra sobre el destino del presidente Sebastián Piñera y el juicio político que la Cámara de Diputados inició en su contra esta semana.
El proceso de destitución empezará a ser discutido posiblemente el martes en la Cámara Alta y deberá ser aprobado por un cuórum de dos tercios, un escenario poco probable ya que la oposición no cuenta con los apoyos suficientes.
Señalado por sus polémicos negocios en paraísos fiscales, Piñera asegura que las acusaciones en su contra son infundadas. Por ahora, tiene prohibida la salida del país hasta que finalice la acusación, procedimiento que podría lograr su destitución e inhabilitación política.
«Estamos convencidos de que esta acusación no tiene ningún fundamento, ni en los hechos ni en el derecho. Después de una detenida lectura, hemos concluido que está basada en hechos falsos, mañosamente relatados o en simples conjeturas», indicó en su primera rueda de prensa tras conocer la aprobación del juicio político por parte de la Cámara Baja.
«Esta acusación obedece al clima enrarecido de la política chilena y que los chilenos pudieron observar en la larga noche en que se debatió esta acusación en el Congreso y que en nuestra opinión tiene un claro e injustificado interés electoral», agregó el gobernante.
Un juicio político a puertas de las elecciones
El factor electoral es inevitable cuando está previsto que Chile celebre los comicios más cruciales de las últimas décadas con dos candidatos favoritos que encarnan dos polos opuestos del espectro político: el diputado y exlíder estudiantil de izquierda Gabriel Boric y el ultraconservador José Antonio Kast.
El mandatario conservador vive el ocaso de su Presidencia lejos de la efervescencia electoral y con bajos niveles de aprobación. La oposición chilena vio la oportunidad para atacar aunque, según el analista Marcelo Mella, sin argumentos sólidos.
